Rafael
Pascuale Zamora

Espejos de una humanidad perdida
La imagen cruda de una pila de cuerpos, la mutilación, la perdida, la lucha, la humillación, el sacrificio, todo esto dado en un solo espacio.
¿Pero qué significa esto, de donde podría venir tan grande y perturbadora situación?
Esta es la representación de lo que podría ser, esta es la representación de la capacidad del ser humano cuando se aleja de su búsqueda por ser un ser completo, esta es la aniquilación completa del concepto de humanidad, y esta se da al dejarse llevar por los instintos más primitivos, aquellos que solo aparecen cuando dejamos de lado nuestra identidad individual y solo nos construimos con una identidad colectiva.
El ser humano tiene dos caminos por los cuales se construye como individuos, el camino a la individuación o autoconocimiento y el camino a la externalización o a los estados colectivos.
En los segundo cabe recalcar que todos nos construimos de elementos que hallamos en los demás, en lo que se nos presenta como contexto de vida y que aprendemos a mimetizar en el transcurso de nuestras vidas. Aprendemos a hablar en el idioma de nuestros padres y semejantes, aprendemos a actuar según lo establecido en la sociedad que nos rodea y aprendemos las reglas y estipulaciones dadas por los contextos en los que venimos al mundo. Pero esto tiene un tiempo límite, no podemos evocar nuestra construcción de identidad siempre a lo que se nos manda, lo que vemos o aprendemos en la sociedad, tenemos que llegar a un momento en el que dudamos de todo esto, un momento que se encarga de entender quiénes somos realmente y aprender, de forma gradual, a liderar con las dificultades y paradigmas por los que pasamos. Esto nos encamina a ser individuos complejos, a ser seres que entiendes y aprender a discernir entre que es importante y no, en que podemos tomar de lo aprendido y usarlo para ser mejores y más completos.
Pero este es un proceso largo y muchas veces no llegamos a realizarlo, y de una u otra manera podemos caer en la sublevación de nuestra identidad a manos del colectivo.
Cuando, ya sea por carencias psicológicas, traumas, vivencias, contextos, etc., las personas no tienen la posibilidad de buscar su identidad, lo único que les queda es buscarla en lo establecido, en lo construido socialmente y forjarse en ella, dejando de lado el proceso de individuación y convirtiéndose en un engranaje más de una quimera colectiva.
Cuando te dejas llevar por la identidad colectiva, no hay dudas, no hay cuestionamientos a las acciones o ideas establecidas, ya todo este dado, no hay sacrificio ni esfuerzo a realizar, simplemente te dejas llevar por la marea y terminas hundiéndote en el caudaloso rio que son las ideas colectivas.
La racionalidad desaparece ya que al no cuestionarnos nada solo creemos fervientemente en los dogmas proporcionados por el colectivo, y esto es peligroso, ya que estos siempre provienen de un fin, y este es el del control, el del poder.
Entonces cuando todo lo que has construido, o han construido por ti, por ejemplo, se ve amenazado, lo único que te queda es defender esa realidad, y por eso, por mantener la hegemonía de lo que entendemos como nuestra identidad, somos capaces de acabar con ese inminente peligro. Esto lleva a una capacidad de crear enemigos, deshumanizarlos y creerlos inferiores, de poder dar rienda suelta a nuestros instintos primitivos de supervivencia, talvez no una supervivencia física, sino posiblemente una supervivencia emocional, social y psíquica.
Lamentablemente estos actos pueden ocasionar que nuestro lado más sádico salga a la luz, donde al justificar estos de manera en el que cometerlos nos brinda una sensación de bienestar que inconscientemente disfrutamos y encontramos reconfortante ya que es aprobada por nuestra creencia o identidad.
Tenemos claros ejemplos como en las guerras, masacres, matanzas, genocidios, en la inquisición, etc. Estos solo son momentos en la historia humana que nos brindan una pequeña mirada a la capacidad del ser humano y como conocer de esta nos lleva a entender la necesidad de encaminarnos hacia un proceso de individuación, donde el autoconocimiento, entendimiento y aceptación de nuestra individualidad nos de la fuerza para no caer en desgracia, y así mirarnos reflejados en las posibilidades para poder hallar nuestra humanidad perdida.